Desde el sábado 20 de octubre funciona la biblioteca "Hilda Guerrero de Molina", instalada en el predio en el que funcionó la llamada "Escuelita de Famaillá", el primer centro clandestino de detención de la Argentina que operó desde 1975 hasta fines de 1978 en el sur de Tucumán.
La ex escuela Diego de Rojas, tal su nombre original, fue declarado en diciembre de 2015 como un Espacio de Memoria y Promoción de Derechos Humanos y desde el sábado tiene su propia biblioteca que fue inaugurada en el marco de la Octava Bienal de Fotografia Documental, que comenzó el pasado miércoles 17 de octubre en la provincia.
Conocido como "La Escuelita de Famaillá", este centro clandestino de detención estaba ubicado a 42 km de la capital tucumana y funcionó a partir del inicio del Operativo Independencia en 1975, luego de que la ex presidenta Estela Martínez de Perón firmará un decreto que ordenaba a las fuerzas armadas desembarcar en la provincia.
Se calcula que en este lugar estuvieron detenidas ilegalmente más de 200 mil personas y que fue utilizada para esos fines hasta 1978, año en que comenzó a funcionar como escuela primaria.
En diciembre de 2015, La Escuelita fue declarada Espacio Nacional de Memoria y Promoción de Derechos Humanos a partir de la Ley 26.691.
QUIÉN FUE HILDA GUERRERO DE MOLINA?
Hilda Guerrero de Molina |
En 1962 comenzó una crisis azucarera en el noroeste argentino que produjo el endeudamiento generalizado de los pequeños ingenios. En Tucumán había por entonces 18.602 explotaciones de caña de azúcar que daban trabajo a 20 mil cañeros y 80 mil zafreros. En 1965 comenzaron los conflictos y huelgas. La Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (FOTIA) llamó a ocupar los ingenios.
En este marco, una de las primeras medidas de la dictadura que había tomado el poder en 1966 con el general Juan Carlos Onganía a la cabeza fue intervenir varios ingenios tucumanos y cerrar otros cinco.
La FOTIA organizó entonces un Plan de Lucha Azucarera Nacional, que contemplaba la organización de ollas populares y concentraciones en las ciudades del interior de la provincia. Hilda Guerrero, madre de cuatro hijos, era una de las mujeres que organizaban las ollas populares en la localidad tucumana de Bella Vista, ya que su marido Juan Molina había sido despedido del ingenio el 20 de diciembre de 1966.
El 12 de enero de 1967, la FOTIA y la CGT llamaron a una concentración en Bella Vista. La noche anterior desde Santa Lucía, con mil obreros despedidos y otros mil en actividad, salieron sólo 40 personas. Estaban Hilda Guerrero de Molina, su marido, otros vecinos y los dirigentes sindicales del momento: Zelarayán, Flórez, Galván, Totó Rodríguez, Francisco Guerrero. La policía vigilaba rutas y caminos para impedir la concentración, por eso se fueron caminando a través de cañaverales, cruzando ríos, pasaron Caspinchango, Famaillá, atravesaron la ruta 38 y a las 8 hs llegaron a Bella Vista.
Alrededor de las 11 hs la policía avanzó ante la gente, vieron a Hilda cruzar la calle junto a su primo Jorge Guerrero, ya en la otra orilla volvió su rostro mirando a los policías. Recibió un certero disparo en la frente que salió por la nuca haciendo un gran agujero. Inmediatamente la levantaron, la llevaron al hospital donde murió producto de ese brutal asesinato.
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