viernes, 8 de marzo de 2019

MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA!!!

DIEZ AÑOS DE PRISIÓN PARA MILITAR QUE ROBO UNA HIJA DE DESAPARECIDOS

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1 de Mendoza condenó ayer jueves 7 de marzo al ex militar Segundo Héctor Carabajal a la pena de diez años de prisión al considerarlo responsable de la sustracción, retención y ocultamiento de la nieta Claudia Domínguez Castro, hija de Walter Domínguez y Gladys Castro, quienes desaparecieron en diciembre de 1977 y cuyo destino aún se desconoce.
En tanto, Julio Bozzo y Antonia Reitano -el matrimonio que inscribió a la menor de edad como si fuera su hija biológica- recibieron tres años de prisión cada uno.
El tribunal, integrado por los jueces Alejandro Piña, Alberto Daniel Carelli y María Paula Marisi, calificó los hechos como crímenes de lesa humanidad.
Detenido desde 2015, Carabajal fue un ex agente de inteligencia que prestó funciones en el Destacamento 144 de Inteligencia del Ejército. El tribunal lo consideró autor penalmente responsable de los delitos de sustracción, retención y ocultamiento de una menor de diez años (art. 146 del Código Penal según ley 11.179) y de la alteración del estado civil de una menor de diez años (art.139 inc. 2 del Código Penal según ley 11.179) y por ser partícipe primario del delito de falsedad ideológica de documentos públicos destinados a acreditar identidad (art. 293 1er y 2do párrafo del Código Penal).
Durante el juicio la querella de Abuelas de Plaza de Mayo como la fiscalía pidieron la condena a 15 años de prisión para Carabajal, quien fue agente de Inteligencia del Destacamento 144 y a 6 años para Bozzo y Reitano, los apropiadores.
Claudia fue restituida en 2015, cuando supo que es hija de Gladys Castro y Walter Domínguez, quienes fueron secuestrados en diciembre de 1977.
Gladys nació en noviembre de 1953 en la localidad mendocina de Guaymallén y Walter en marzo de 1955 en la ciudad de Mendoza. Ambos militaban en el Partido Comunista Marxista-Leninista (PCML). La pareja fue secuestrada el 9 de diciembre de 1977 en su casa de Godoy Cruz.
Gladys estaba embarazada de seis meses, esperaba su bebé para marzo de 1978.
Según relata la página web de Abuelas de Plaza de Mayo, desde el momento de la desaparición de los jóvenes, las familias Domínguez y Castro emprendieron la búsqueda. Al enterarse de otros casos como el suyo, la abuela María Assof viajó por primera vez en su vida a Buenos Aires y se contactó con la entidad, donde radicó la denuncia sobre la desaparición del matrimonio y se emprendió la búsqueda colectiva del niño o niña.
En 1994 el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos de Mendoza envió a las Abuelas una denuncia anónima sobre una joven nacida en marzo de 1978 que apareció en el hogar de una pareja mayor de un día para otro. La joven, a pesar de haber sido inscripta como hija propia, sabía que no era hija biológica de quienes la criaron, pero nunca pensó en acercarse a Abuelas. La dificultad para reconstruir las huellas que el terrorismo de Estado borró impiadosamente, hicieron que el hallazgo de la hija de Gladys y Walter se demorara 21 años más.
A mediados de 2009, la denuncia fue derivada a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) para que pudieran investigar. El equipo que se ocupa de realizar las aproximaciones a posibles hijos de desaparecidos inmediatamente se puso a trabajar y fue así que en febrero de 2015 llamaron a la joven para informarle que se contaba con información que permitía suponer que ella podía ser hija de desaparecidos. La invitaron a realizarse el estudio de ADN y la joven accedió. El estudio se concretó el 16 de julio.
El 27 de agosto de 2015 el Banco Nacional de Datos Genéticos informó a la CONADI que la joven era la hija de Walter y Gladys.


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